Andrés Cebrián del Arco
Los sindicatos de la Enseñanza Pública madrileña desempeñan un importante papel en la regulación de las condiciones laborales de los docentes y proporcionan la necesaria representación de los mismos ante los responsables de la Administración educativa.
Su objetivo principal, que logran con mayor o menor acierto, es la defensa de los intereses generales del profesorado. Como en cualquier relación laboral, los trabajadores son siempre la parte más débil. Se encuentran en franca situación de desventaja frente a la Administración y es por eso vital que se agrupen para evitar abusos, equilibrar la balanza y defender mejor sus derechos.
La fuerza de una organización sindical no se la dan ni sus siglas ni la Administración; se gana en las urnas, con votos. Cuanto mayor es el respaldo electoral de un sindicato, mayor es su fortaleza para defender los derechos de sus representados. Los votos certifican la auténtica representatividad y legitiman a quien los tiene para defender con solvencia sus ideas o propuestas frente a las de los demás.
La fuerza de una organización sindical se gana en las urnas
El próximo 4 de diciembre se celebrarán las elecciones sindicales de la Enseñanza Pública no Universitaria de la Comunidad de Madrid. En los dos últimos comicios, 2010 y 2014, el número de profesores que no ejercieron su derecho al voto fue muy elevado, 21.215 y 19.924 respectivamente. La participación no llegó al 60 % (57,4 % en 2010 y 56,8 % en 2014), a pesar de contar prácticamente con una mesa electoral en cada centro.
Cifras de abstención superiores al 42 % son excesivamente elevadas. El profesorado debe tomar conciencia de que su capacidad negociadora individual es mínima o nula frente a la Administración y que quienes pueden obtener mejoras reales son las organizaciones sindicales representativas, a través de las Mesas de Negociación.