Rosalía Aller Maisonnave
… porque consideren los que heredaron nobles estados
cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial,
y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria,
con fuerza y maña remando, salieron a buen puerto.
Lazarillo de Tormes, Prólogo
A diario redes sociales y telediarios compiten por difundir noticias que muestran la cara más baja, perversa, deshonesta o patética de nuestra especie. Cuando entre ellas aparece una rara avis que evidencia, desde su sencillez de hecho cotidiano, la otra dimensión, la admirable, la heroica, el hecho se convierte en sorpresa y, rápidamente, se vuelve viral. Estamos necesitados de belleza interior, de bondad, de verdad.
Recién inaugurado el 2018, golpeó conciencias la conmovedora historia de Wang Fuman. A sus ocho años camina a diario 4,5 kilómetros para llegar a la escuela, con ropa inadecuada para resistir las temperaturas bajo cero que han dejado su pelo como un gran copo de nieve. Ni la inclemencia del clima ni la pobreza de su entorno ni las risas de sus compañeros ni la insensibilidad de las autoridades impiden que cumpla rigurosamente con la asistencia y sea un alumno destacado en matemáticas, escribiendo con unas manitas heridas y prematuramente envejecidas por el intenso frío.
Ha sido su sabio maestro quien ha tomado y difundido esta foto cargada de simbolismo, para hacer visible una dura realidad, que pronto generó como respuesta una generosa recaudación para revertir la situación precaria del niño, otra noticia que puede animarnos a seguir creyendo en lo mejor de la condición humana. La otra cara de la moneda es que, según también informan los medios, el pequeño solo ha recibido un 2 % de esos donativos. La organización recaudadora ha decidido que el resto (¡el 98 %!) estará destinado a “otros niños que viven como él en condiciones precarias”. Puede ser, pero de ellos debería ocuparse el Gobierno –añadimos– en lugar de administrar “discrecionalmente” un dinero que no era para sus manos, sino para las enrojecidas y maltrechas del pequeño Wang.