Carolina Fernández del Pino Vidal
Un padre y su hija pequeña paseaban por un parque cuando la niña cortó una flor, a lo cual su padre le recriminó: “No debes hacer eso. ¿Qué pasaría si todo el mundo cogiese las flores?”
La niña miró a su alrededor y luego le contestó como si hubiese planteado un absurdo: “Es que todo el mundo no coge flores, solo yo”. Y siguió andando tan contenta con su flor.
Esta anécdota fue utilizada por una socióloga para contrarrestar la opinión de que un voto no importa. Es verdad que un solo voto no decide unas elecciones, pero también es verdad que en unas elecciones el fenómeno de la abstención permite que unas pocas personas, las más ideologizadas y activas, decidan por la gran mayoría.Como profesora, entiendo los motivos por los cuales muchos docentes consideran irrelevante votar el día de las elecciones sindicales. Si ya parece generalizarse la creencia de que los partidos políticos van a lo suyo, no resulta llamativo que se vea a los sindicatos como organizaciones prescindibles. Estando yo sentada en la sala de profesores, a veces llegaban sindicalistas que, con tufo a fanatismo, irrumpían en la sala de profesores, interrumpiendo mi momento de tranquilidad, a darnos un mitin. Sentía que me estaban adoctrinando e invadiendo mi espacio para hablarme de cosas totalmente ajenas a mi realidad.¿Cómo, entonces, acabé en una organización sindical?
Mi relación con ANPE coincidió con la creación, en 2005, del Defensor del Profesor. Entré a formar parte de ANPE porque me convencieron de que creían en la educación pública, de verdad.
Cada vez que nos abstenemos, permitimos que otros decidan
Mucha gente cree en la educación pública –o eso dice–, pero para mí es la única herramienta que permite que todo el mundo, cualquiera sea su procedencia, tenga acceso a desarrollarse como persona, cumpliendo unos mínimos, y lo que es más importante, permitiendo que lleguen a lo máximo.